Tamara Blazquez: 'toda especie merece que nos acerquemos a ellas con el máximo respeto y empatía'

Tamara Blazquez: ‘toda especie merece que nos acerquemos a ellas con el máximo respeto y empatía’

 

La Sony Alpha Partner Tamara Blazquez Haik es una fotógrafa conservacionista mexicana, educadora ambiental y activista que desde hace más de 8 años se dedica a generar conciencia en la sociedad a través de sus imágenes. Su aproximación a la fotografía vino como consecuencia de su amor por la naturaleza y su sensibilidad ante la situación que sufren las especies vulnerables en peligro de extinción tanto en su entorno como en el planeta.

 

 

Su primera aproximación al voluntariado en un zoológico le abrió los ojos sobre el tema del maltrato animal y fue cuando decidió iniciarse en el activismo en la conservación de la fauna y del medio ambiente. Tamara ha logrado combinar sus intereses más importantes como lo son la fotografía y la lucha por la conservación y de las especies y ha llevado sus fotos y su mensaje a muchas personas con el fin de sembrar consciencia.

 


“Los seres humanos somos parte de la naturaleza, algo que hemos olvidado, pero aún no es muy tarde para revertir todo el daño que le hemos causado.” – Tamara Blazquez


 

Ella ha logrado grandes logros como fotógrafa y activista en México, entre ellos el Proyecto educativo y artístico “Fauna de la Ciudad de México” que todavía continúa realizando y que busca primordialmente acercar  y educar a la población de manera respetuosa a la fauna de la ciudad a través de la fotografía.

 

Tuvimos la oportunidad de hablar con Tamara Blazquez sobre su obra, sus proyectos y su vida.

 


Por medio de su trabajo fotográfico Tamara busca educar a la población en temas ambientales para crear empatía y respeto hacia a la naturaleza.


 

 

 ¿Cómo empezó tu activismo ambiental a través de la fotografía?

Me adentré en el activismo ambiental en el año 2016 al poco tiempo después de terminar mi voluntariado en uno de los zoológicos de la Ciudad de México. Tristemente y durante ese período, fui testigo de algunos casos de maltrato animal y muchas muertes de especies en peligro de extinción por negligencia. Fue cuando tomé la decisión de formar parte del activismo por los derechos de los animales y de iniciarme en la lucha por la defensa del territorio, también conocida como activismo ambiental ya que para proteger la fauna hay que proteger también a sus ecosistemas.

 

A pesar de que el activismo a veces tiene connotaciones negativas, yo creo firmemente que es la lucha activa de la conservación. De allí que pensé que, para realmente enfocar mi fotografía en la conservación de la fauna y naturaleza, no podía solamente hacer retratos bonitos, sino tenía que ir más allá. Mi fotografía busca no solamente contar las historias de la fauna y sus ecosistemas, sino también mostrar las amenazas que enfrentan y visibilizar a las personas que día a día luchan por protegerlos

 

Sin embargo, no quise ser solo una espectadora, por eso, de una u otra forma he sido parte de la lucha activa por la conservación, más que nada, a través de la fotografía y la educación ambiental.

 

 

 

¿Qué le recomendarías a un fotógrafo para poder emprender su carrera en el área de la conservación?

 

Yo le recomendaría que estudie mucho, no solo fotografía -hasta poder dominar este bello arte – sino también biología y ecología de las especies y ecosistemas que sean de su interés. Pienso que también debe adentrarse y conocer sobre los aspectos sociales y políticos que afectan a dichas especies.

 

Entre más informados estemos del mundo natural, podemos hacer mejores fotos, contar mejores historias e inspirar y educar de una manera más efectiva a nuestra audiencia.

 

 

 

¿Cómo ha sido tu experiencia hasta ahora en el área de la fotografía ambientalista?

 

Ha sido duro. Es difícil pararte en alguna zona que ha sido devastada ya sea por algún incendio, tala clandestina, deforestación por urbanización, y no sentir indignación, una mezcla de sentimientos entre coraje, tristeza e impotencia.

 

Igualmente se siente impotencia al ver animales que han sido lastimados o perjudicados de alguna forma por la acción humana. Es devastador. Ni hablar de las historias de las que te enteras de la lucha diaria de personas de comunidades originarias que no solo dependen de la naturaleza para sobrevivir – aunque todos dependemos de ella, pero en estos contextos hay un lazo más fuerte- sino que han perdido familiares y amigos en la lucha por defenderla.

 

Pero, a pesar de que ha sido difícil, doloroso y extenuante, también me ha ayudado a aprender muchísimo acerca la de naturaleza y fauna y de su conservación de una manera más realista, algo que no puedes aprender de libros o en la escuela.

 

También me ha llevado a entender que llevamos haciendo muchas cosas mal dentro de la conservación, una ciencia relativamente nueva, así que tenemos mucho que mejorar y aprender.

 

 

 

¿Qué tipo de obstáculos o dificultades has tenido que enfrentar en el área de la fotografía de conservación ambiental y cuáles han sido las experiencias más gratificantes?

 

Han sido distintos obstáculos según lo veo. En primer lugar, pienso que es una rama de la fotografía que aún tiene poca inclusión y diversidad. Pienso que hace falta todavía mucha más inclusión de personas de distintas etnias, formaciones, procedencias, y por supuesto, más mujeres en esta área de la fotografía y del activismo ambiental.

 

Sin duda que celebro que ya existen varias iniciativas de mujeres fotógrafas que nos estamos apoyando, así como colectivos de indígenas que buscan romper con esta barrera. Si duda es complicado, pero creo que estoy contribuyendo a cambiar esto abriéndole paso a nuevas personas y generaciones con mi aporte. Creo que es gratificante.

 

Por otro lado, creo que hacer conservación y/o activismo en contextos como los que actualmente vive México y varios países de Latinoamérica en cuanto a conflictos con el crimen organizado, convierte a esta profesión en algo peligroso. Y lo cuento con una anécdota. Hace unos meses documentando la tala clandestina en los bosques de la Ciudad de México, nos topamos con varios talamontes que nos recibieron a punta de balazos. Por suerte solo escuchamos las detonaciones y ellos se encontraban un poco lejos, pero es un ejemplo de lo que nos enfrentamos día a día los fotógrafos y activistas conservacionistas.

 

Sin embargo, encontrar el valor de contar y documentar estas historias que sin duda inspiran y generan cambio o al menos siembran las semillas de cambio ya que ayudan a educar e informar al público, siempre deja un buen sabor de boca. Sabes que no estás arriesgando tu vida a lo tonto y que tu trabajo de alguna u otra forma, importa.

 

 

 

¿Cómo es el proceso de preparación, ejecución y postproducción de un proyecto fotográfico ambientalista?

 

Bueno, como mencionaba anteriormente, primero que nada, dependiendo del tema que esté abordando, involucra mucho estudio en las ciencias biológicas. Luego, se debe proceder también a investigar y estudiar sobre los actores clave en el proyecto: ya sea fauna, ecosistemas o por supuesto humanos, que pueden ser sociedad civil o comunidad científica y hasta autoridades gubernamentales.

 

Entonces luego que se identifican estos puntos, hay que indagar si se pueden hacer entrevistas y fotografiar a quienes participan en iniciativas ambientales. Investigar si para visitar algún área natural se necesita un permiso, quizá contratar guías, o buscar alianzas con biólogos para rastrear algunas especies.

 

Siempre se debe tener en cuenta la historia que se va a contar y documentar para tener como un storyboard o una idea de qué fotografía hacer, si se va a editar de alguna manera más artística o solo lo más básico en caso de que se quiera hacer un foto reportaje y tener claro los recursos para difundirlo: medios de comunicación, revistas, redes sociales, entre otros.

 

 

 

Háblanos un poco de cómo te aproximas a las especies que están en peligro de extinción.

 

Es un tema delicado, toda especie merece que nos acerquemos a ellas con el máximo respeto y empatía. Pero todavía más aquellos individuos de especies en peligro.

 

Nuevamente, hay que estudiar a las especies para saber lo que podemos hacer o lo que no. Por ejemplo, hay animales muy sensibles a la luz del flash. Por lo tanto, lo ético y correcto sería no usar flash a la hora de hacerles fotos y entonces depender más de una buena cámara que tenga un óptimo rendimiento en condiciones de poca luz. También hay animales sumamente sensibles al sonido, de ahí que además de acercarte en silencio, es aconsejable desactivar todos los sonidos de tu cámara. Por eso son tan buenas las cámaras mirrorless, que ya no hacen ruido al disparar.

 

Luego hay animales a los que jamás te podrás acercar, como los grandes depredadores o las aves en proceso de anidación. En esos casos, lo ideal es contar con un buen lente teleobjetivo para respetar el espacio y la seguridad de estas especies, así como también la propia. Siempre es bueno ir de la mano de expertos en esas especies por cualquier cosa.

 

 

 

Actualmente te encuentras trabajando en “Fauna de la Ciudad de México” proyecto educativo y de conservación que busca acercar a la población a la fauna de la ciudad a través de la fotografía para que puedan aprender sobre ella, como protegerla y a coexistir de manera respetuosa con ella. Háblanos de cómo ha sido tu experiencia hasta ahora y cómo ha reaccionado la sociedad ante tu proyecto.

 

Ha sido toda una aventura. El proyecto inició en 2017, por pura casualidad. Un día, regresando a casa de fotografiar fauna en los humedales de la Ciudad de México, me encontré en mi colonia con un tlacuache muerto. Lo revisé y no encontré heridas, pero sí tenía indicios de haber sido envenenado. Me puse a pensar el porqué de nuestra mala relación con la fauna y me di cuenta que más que nada se debe a que no hay mucha información ni educación al respecto de la fauna con la que convivimos. La información científica no es accesible ni de fácil comprensión, así que decidí juntar mi fotografía con la ciencia para hacerla más fácil de entender y de fácil acceso.

 

Empecé a documentar con mi cámara a la mayor cantidad de especies posibles, sobre todo aquellas más carismáticas y las más rodeadas de mitos. Me enfoqué en hacer retratos lo más lindos e íntimos posibles para que mi audiencia pudiese conectar con estos animales y así interesarse en aprender sobre ellos.

 

En 2019 comencé a dar charlas y talleres en escuelas, combinando la fotografía y la ciencia e incorporando juegos y otras actividades artísticas para que niños y jóvenes pudieran aprender sobre la fauna de la CDMX de forma fácil y divertida.

 

Otro de los retos fue el cómo conseguir fondos. En 2019 recibí una beca de mil dólares por parte de la organización The Pollination Project en Estados Unidos, que busca ayudar proyectos de este tipo en todo el mundo. Muchas personas que se han interesado por el proyecto han donado algo o apoyado con difusión, espacios para exhibiciones, contactos en escuelas para armar más talleres, contactos en medios de comunicación, etc.

 

El público ha sido muy receptivo con el proyecto. Pienso que ha obtenido muy buenos resultados. Gracias a todo el apoyo que recibimos, en mayo de 2022, logramos que 62 fotografías del proyecto estuvieran expuestas en las Rejas del Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México. Esta exposición fue vista por aproximadamente medio millón de personas que transitan diariamente por la avenida Reforma, tanto a pie como en auto, según datos de la Secretaría de Cultura.

 

El proyecto ha ido creciendo poco a poco y también los retos. El proyecto sigue en pie y espero lograr generar un libro, tanto con fotos como con texto, que pueda ser ya parte permanente del currículum escolar para que los alumnos puedan aprender más sobre la fauna con la que cohabitamos esta enorme ciudad.

 

 

 

Tu objetivo es educar a las personas sobre la importancia de la conservación a través de tus imágenes. Cuál es para ti la clave para lograr mayor conciencia en la gente para cuidar más su medio ambiente y la fauna de un lugar.

 

La clave es romper la apatía. Los seres humanos somos seres visuales, pero también somos seres sumamente emocionales, aunque muchos lo quieran negar. Si no apuntamos a despertar una emoción o sentimiento que alimenten el interés por la fauna y la naturaleza, a la gente no le va a importar lo que pase con nuestro planeta.

 

Para conservar hay que conocer, pero también hay que amar. No proteges lo que no amas o no te interesa, es tan sencillo como eso.

 

Fotografiar la naturaleza de manera que logre evocar sentimientos y emociones en nuestra audiencia es la clave para generar un interés y de ahí concientizar y educar.

 

 

Cree firmemente en el poder de la fotografía para sembrar conciencia sobre la protección del medio ambiente y fauna. ¿Ha considerado el video como herramienta de apoyo?

 

Si lo he considerado, sin embargo, no es lo mío. Suena tonto, pero soy muy mala en video, y su edición me desespera mucho. Por eso batallo con herramientas como reels o videos en TikTok, sin embargo, trato de ir haciendo “mis pininos” como decimos en México y quizá algún día sea más hábil con el video.

 

 

Como miembro de la Comisión para la Educación y Comunicación de la UICN y miembro de la junta directiva de OneProtest-An Advocacy Organization, Proyecto Gran Simio México y Xochimilco Vivo, cree que los fotógrafos ambientales deben buscar apoyo de diferentes instituciones para poder llevar a cabo sus proyectos.

 

Claro que sí. Vivimos en una sociedad que de un tiempo acá fomenta más el individualismo, pero por tu cuenta llega un punto en el que ya no puedes avanzar, necesitas aliarte con personas que luchen por lo mismo que tu para que tu trabajo sea más efectivo y además por seguridad, sobre todo en el caso de la conservación y activismo. Y en general, aliarte con colegas fotógrafos trae oportunidades de trabajo, crecimiento y aprendizaje, así que es importante dejar el egoísmo de lado y ayudarnos entre todos.

 

 

 

¿Cuál ha sido para ti la especie más difícil que te ha tocado fotografiar?

 

Ha habido varias, pero sin duda aquellas que son esquivas y además nocturnas son todo un reto. En 2020 batallé 2 meses para lograr la fotografía de un cacomixtle (Bassariscus astutus) en el jardín de mi casa. El animal llegaba todas las noches a mi jardín sin falta, pero salía huyendo si me veía o sentía cerca, así que opté por conectar mi cámara a un sensor de movimiento para dejar el equipo solo, ya listo para que al sentir el movimiento la cámara disparara y así captar a este animalito tan esquivo.

 

Me tomó varios intentos de dejar bien listo el enfoque en manual y hacia el infinito, con un f que fuera luminoso, pero no tanto para lograr una buena profundidad de campo y un ISO que captara detalles pero que no hiciera la foto demasiado ruidosa. No usé flash para evitar asustar al cacomixtle y me ayudé de las luces de la calle. Al final, en una noche muy tranquila y que no esperaba lograr la foto, el cacomixtle se acercó a la cámara y se quedó un par de segundos, logrando así captarlo en foto.

 


Por último, como fotografía ambiental y conservacionista, ¿nos compartirías un mensaje a la gente para poder cuidar y proteger mejor la fauna y el medio ambiente en su entorno?

 

Los seres humanos somos parte de la naturaleza, algo que hemos olvidado, pero aún no es muy tarde para revertir todo el daño que le hemos causado.

 

Es importante que nos informemos sobre la naturaleza y fauna que nos rodea para dejar de esparcir mitos y entre todos ayudarnos a aprender para respetarlos. Debemos aprender a cambiar hábitos de consumo poco a poco y a unirnos a iniciativas locales que ayuden a la naturaleza como recolección de basura en parques o bosques cercanos y reforestaciones.

 

Son muchas ideas las que pueden contribuir a cuidar y proteger mejor el medio ambiente en nuestro entorno, como, por ejemplo: no podar jardines y parques para que la vegetación nativa renazca y los suelos sanen junto con los árboles, dejar de recoger la hojarasca que sirve como refugio de insectos y alimento para los suelos, no usar insecticidas, comprar local. Lo más importante creo que es seguir aprendiendo para generar más y más iniciativas incluso vecinales que ayuden a la naturaleza.

 

En el libro “Nature’s Best Hope” de Douglas Tallamy, Douglas nos dice que una enorme ayuda a la naturaleza y la fauna sería revegetando espacios urbanos, sembrando hasta en banquetas, aceras, terrazas, azoteas, ventanas, tener macetas con flores y plantas nativas de nuestra zona para ir poco a poco ayudando a las aves, insectos, mamíferos y demás seres vivos a poder seguir sobreviviendo en nuestro planeta y en nuestro entorno.

*La disponibilidad de los productos aquí mostrados varía entre localidades. Para más información de su existencia por favor ingresa al Website de Sony de tu país.